Podemos... hacerlo mejor (I).

PODEMOS... hacerlo mejor (II)

Resulta complicado valorar el documento Podemos economía. De salida se hace largo, repetitivo y, en consonancia con el lenguaje habitual de la clase política, abulta mucho más de de lo que pesa. Un programa electoral con toda la genética propia de su especie, incluida la más que previsible imposibilidad material de cumplimiento. Ideas para la fe de los fieles más que para la razón de los neutrales.

Tampoco apetece que entre los militantes del Frente Atlético y los Riazor Blues de las redes, inunden mi blog de comentarios ofensivos. Poseo experiencia en el asunto. El nuevo partido, transformado en fenómeno social por voluntad del imperio Lara (Grupo Planeta) y por la ineptitud culpable de un gobierno sin gobierno, despierta en la ciudadanía tantos odios inexplicables como pasiones desproporcionadas. Hasta el momento, para lo bueno y para lo malo, solo promesas, esperanzas, aire. Seamos justos. No han disfrutado de tiempo para más.


A quien espere una opinión objetiva, le sugiero detenga la lectura en el siguiente punto y a parte. Nunca tuve por oficio la venta de imposibles. Me conformo con el intento de resultar honesto. Para no dormir a los presuntos lectores, divido mi análisis en dos entregas. La primera, ésta, dedicada a los principios generales y a los aspectos relativos al gasto. La segunda, la más crítica, contemplará el programa desde la perspectiva de los ingresos públicos y resumiremos las conclusiones. Si el tiempo no lo impide, prometo una tercera con una colección de propuestas alternativas, limitadas eso sí, a los campos que conozco con mayor detalle. Por fortuna, creo permanecer inmune al virus del tertuliano televisivo, ese que te permite hablar con autoridad doctoral de todo cuanto ignoras. Vamos a ello.

Como hecho humano, el texto elaborado por Torres y Navarro, contiene aspectos positivos y errores de bulto, perfiles que agradan y otros que chirrían como el roce de la uña infantil sobre la corteza plasticosa de un globo. Desde el respeto a unos autores de los que discrepo en lo político tanto como admiro en lo profesional, me lanzo a emplear el tocho para lo que interpreto fue creado: el debate.

El dossier en sí, es un simple resumen del libro “Hay alternativas” que el economista y el médico, junto al antiguo indignado Alberto Garzón, escribieron para ATTAC hace algunos años. Se nota. Si eliminamos el supuesto baño de democracia horizontal, cortesía del 15M, en poco difiere de los programas elaborados por Izquierda Unida para las últimas convocatorias electorales o del que de modo previsible, presentarán en la siguiente... O del que podría confeccionar el PSOE a poco que los sondeos se muestren hostiles. El término “supuesto” no ha de entenderse en sentido peyorativo, sino como la simple constatación de un hecho. Mi concepto de horizontalidad supone que sean los técnicos los que den forma a las ideas nacidas de la base y no ésta, la que discuta sobre algo que desciende desde la cúpula erudita o desde el Comité Científico, como gustan de llamarlo en otros lugares. Será efectivo, no lo dudo, pero jamás horizontal . Muy en el estilo Pablo Iglesias: estética perroflauta para una libertad aparente que la práctica transforma en dictadura de sabios. Tecnocracia. De izquierdas, pero tecnocracia.

De marcado carácter cortoplacista que diría mi querido Carlos Taibo y con un intenso aroma socialdemócrata, el mundo Podemos se dibuja en lo económico como un lugar dominado por un Estado omnipresente que, por mecanismos no explicados en el documento, corrige los desequilibrios propios de la iniciativa privada. No parece necesario, por obvio, describir estos últimos, pero sí razonar por qué, cómo y cuándo, el primero resolverá los problemas. Sobre todo tras la experiencia de un pasado próximo que demuestra exactamente lo contrario. La deuda ya estaba cuando los bancos nos estafaron. Los mercados no la crearon, solo la aprovecharon sin escrúpulos en su beneficio, multiplicándola en imparable progresión geométrica a golpe de tipo de interés. Se critica el mal funcionamiento del sistema, pero no se cuestiona su formulación. Se da por bueno. La crisis, como la corrupción, se reduce a un problema de gestiones indebidas. En resumen, una edición de bolsillo de la Suecia de Palme, adaptada al público PIGS.

En el haber, destacan el evidente contenido social y el riguroso aunque sesgado diagnóstico de la realidad. Riguroso porque describe con detalle las causas que provocaron la actual situación; sesgado porque empieza la historia en el punto preciso para que la conclusión coincida con las ideas previas de los autores. Estamos de acuerdo en que el origen del actual caos se encuentra en las políticas neoliberales, pero olvidan que el desarrollo de éstas fue consecuencia, entre otros factores, del keynesianismo sin mesura propio de buena parte del pasado siglo. La misma receta que propone Podemos. No salimos del ciclo, intentamos modificar nuestra posición, ignorando  que de idénticos estímulos, se derivan siempre efectos similares. 

En lo relativo al gasto público solo puedo aplaudir. Las menciones expresas a la sanidad, la educación y la asistencia a los más desfavorecidos, así lo merecen. También agradan la concepción del crédito y de los sectores energéticos como herramientas para el desarrollo colectivo. Discrepo de esa fijación por funcionarizar la sociedad. De nuevo, se confunde lo público con lo estatal, la democracia con la tiranía de los más. Al margen de las que por naturaleza no admiten otras formas, no encuentro ventaja alguna en que determinadas tareas sociales sean llevadas a cabo por funcionarios; sobre todo en una Administración tan ineficiente y con tanta tradición de irresponsabilidad en el cumplimiento de su cometido, como la española. Para evitar interpretaciones erróneas, aclaro que mi discurso no se dirige a quienes superaron una oposición para ganarse el pan, sino a la estructura en sí. Lo público responde al mandato social, lo funcionarial al del estado, al del político de turno que para algo es el jefe. Aunque a muchos cueste distinguirlo, son conceptos distintos.

Insuficientes las propuestas de género. Del documento deduzco que somos feministas porque toca, pero sin convencimiento, sin contenidos que supongan avances destacables sobre la situación actual. 

En materia ecológica, inasumible. Fundamentan toda estrategia en el crecimiento, en políticas de demanda efectiva basadas en un explícito aumento del consumo. Según ellos, en el consumo “no consumista”. Me lo expliquen. Si una sociedad en recesión ya destruye muchos más recursos de los que la naturaleza es capaz de generar, cualquier fórmula de crecimiento solo consigue aumentar el disparate. El desarrollo sostenible es un mito, sencillamente no existe. No se es ecologista por construir un carril bici en medio de la Castellana. Las políticas verdes son otra cosa y además se muestran incompatibles con los preceptos de la economía de chaqueta y corbata, por muy progresista que se reivindique. Si a estas alturas desconocemos que el mundo es un espacio finito… 

Me temo (se trata de una impresión personal) que  la vieja enemistad con Ivan Illich, sigue jugando malas pasadas al admirado profesor Navarro.

En lo laboral se agradece la vocación de mandar al vacío la última reforma pepera, pero no se entiende la fijación de la jornada en treinta y cinco horas semanales. No encuentro argumentos diferentes al del estrepitoso fracaso de la medida en la Francia de Jospin. Como suele afirmar Arcadi Oliveres, el paro no es la inevitable consecuencia de una crisis, sino el resultado de una división mal hecha. Un simple invento del capitalismo para cosificar a las personas y hacer negocio a su costa. Lo sensato es reducir el tiempo de trabajo hasta el nivel en que se garantice la plena ocupación. A ojo, sin calculadora, aprecio que quedaría bastante por debajo de esa cifra. Pero seguimos empeñados en hacer la guerra al desempleo por la vía del insostenible crecimiento económico. Ocurrencias de economistas, siempre reacios a reconocer que los principios de su "ciencia", esos que nos han conducido hasta este cruce de caminos, no sirven. Pura obsesión.

"¿Qué es entonces lo que debería hacer una fuerza política democrática que ganara unas elecciones en un país del sur de Europa? Yo no tengo dudas... debería decretar también la suspensión del pago de la deuda..." (Pablo Iglesias, monólogo del programa Fort Apache - Europa ¿game over?, publicado en youtube el 26 de octubre de 2013).

“Hemos aconsejado a Podemos que negocie y dialogue, que busque aliados en las instituciones europeas para evitar que la deuda se convierta en una soga mortal. La reestructuración no debe ser fruto de una decisión unilateral sino de un consenso". (Juan Torres, 27.11.14, en la presentación del plan económico Podemos, publicado en la versión digital de Expansión de esa misma fecha).

De las dos citas anteriores solo cabe deducir que para Iglesias su partido no es democrático o que no piensa ganar las elecciones o que anda regular de geografía e interpreta que España linda al norte con el Báltico. Contradicciones al margen, pronto empezamos con los vicios de la casta, estoy más de acuerdo con el líder que con los técnicos. Como expliqué en su día en este mismo blog, el impago de buena parte de la deuda, no se corresponde con una decisión política, sino con una imposibilidad financiera. Lo de reestructurar, o sea, aplazar y mendigar una rebaja de tipos al más puro estilo Zapatero, supone una indecencia generacional. No parece de recibo colocar a los descendientes el marrón derivado de la ineptitud de nuestro tiempo. Nosotros la liamos, nosotros debemos resolverlo sin cargar con la hipoteca a los que están por llegar. Somos responsables, tenemos que asumirlo, de la parte generada por los excesos del llamado Estado de Bienestar, pero nunca de la correspondiente al bandolerismo genético del sistema financiero. Urge recuperar el mandato de las plazas: no debemos, no pagamos. Que lo hagan los culpables, nunca los inocentes. Recuerdo a quienes se acojonan con esta frase que el no hacer frente a un débito es, sobre todo, un problema del acreedor. Lo afirmo por reciente experiencia.

Se acabó la primera entrega. Como en los viejos tebeos del Capitán Trueno, continuará...   


PODEMOS... hacerlo mejor (II)

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